"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

viernes, 30 de marzo de 2012

CORRESPONDENCIA: ISAKI LACUESTA - NAOMI KAWASE



En octubre de 2011 se pudo ver en el CCCB, donde el proyecto tuvo su origen Correspondencias. Todas las cartas. La idea parte de las primeras videocartas que intercambiaron Víctor Erice y Abbas Kiarostami y que fueron exhibidas en distintos museos del mundo. Las intercambiadas entre Naomi Kawase e Isaki Lacuesta se unen a las de Wang Bing y Jaime Rosales, Jonas Mekas y José Luis Guerín, Albert Serra y Lisandro Alonso, Fernando Eimbecke y So Yong Kim. Todos ellos directores que comparten la forma de ver el mundo y rodarlo, con estéticas similares, pero viviendo en puntos geográficamente alejados.
Los dos directores sólo se han encontrado una vez antes de la realización de las cartas, como indica Lacuesta en su primera carta. Fue en el Festival de las Palmas en 2008, donde pudieron hablar muy poco tiempo. El diálogo cinematográfico acabará en Barcelona donde los dos directores se reunirán y rodarán algunas imágenes.
Instantes de plenitud y de vacío en sus vidas son explorados en las cartas que intercambian Isaki Lacuesta y Naomi Kawase. Ambos se centran, de forma autorreflexiva y con un tono íntimo, en el contacto con otros seres humanos. Quizás los planos de Lacuesta son más inquietos, en contraste con los de Kawase bastante más estables, y subrayan los momentos de vacío, en los que irrumpen con fuerza los instantes de comunión con otras personas, con un toque más sensual. Es el caso de los planos sobre la cara y el cuerpo de su compañera mientras está dormida.
Desde el principio Lacuesta intenta acercarse al mundo estilístico de Kawase con los planos silenciosos de una arboleda, planos de la luz atravesando copas de árboles, las hojas mecidas por el viento. También lo intenta cuando recorre con su cámara la piel de su compañera entre las sábanas, que recuerda la fisicidad del cine Kawase, por ejemplo en Tarachine, cuando baña a su abuela.
De todas las cartas intercambiadas prefiero la tercera, rodada por Isaki Lacuesta en el Museo de Historia Natural de Banyoles, que muestra una disecada visión del mundo, que además es una ruptura de tono con el resto de las cartas.