"El Infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Italo Calvino. Las ciudades invisibles.

lunes, 21 de febrero de 2011

LE PONT DES ARTS








Eugène Green, autor de ensayos como La Parole baroque, Présences y de libros de poemas como Le Présent de la parole, nació en Estados Unidos y, al trasladarse a Europa, descubrió la cutura de este continente. Sus primeras películas no tuvieron demasiado éxito, pero tras el paso de Le Pont des Arts por el Festival de Locarno y su mayor reconocimiento, es probable que pueda rodar en mejores condiciones. Entre sus proyectos se haya el rodaje de un film que tiene por base La vida es sueño de Calderón de la Barca.

En la película, Green lanza dardos contra una cierta concepción de la cultura como vehículo de poder, contra la moral de ciertas personas con las que tuvo que trabajar durante su paso por el teatro, donde fundó el Théâtre de la Sapience, un grupo dedicado a revitalizar el teatro barroco del siglo XVII. Sarah, la cantante, es brutalmente ridiculizada delante de sus compañeros por su director, llamado El Innombrable, venenoso esteta snob, que usa su refinamiento para ejercer el poder sobre los demás.

La propensión del director a usar referencias e ideas académicamente cultas puede llegar a intimidar, aunque no se trate de un ejercicio de autobombo. En cualquier caso, la película es una audaz búsqueda del lugar del arte en el caótico mundo cultural actual y la afirmación de su importancia.

El arte es siempre un puente entre la vida y la muerte, dando sentido a ambas; así Sarah, la cantante, oscila sin cesar entre una y otra, siendo la muerte algo no definitivo, ya que, dentro del pensamiento mítico del director, todo es cíclico. Los muertos dan la vida y, también, el arte. Éste es el sentido de esa magnífica última secuencia en la que Pascal, interpretado por Adrien Michaux, actor fetiche de Green, abandona el puente tras su encuentro con Sarah. El arte, la voz de Sarah, se convierte en una llave para darle sentido a su vida, anteriormente presa de un pasivo nihilismo, en una suerte de transformación órfica.

Los protagonistas de la película son ejemplos de la teoría, expuesta por Sarah a su novio, Manuel, de que el barroco fue una época en la que las personas podían creer dos cosas contradictorias, o vivir dos vidas opuestas. Éste no consigue entender lo que le dice Sarah, aunque reconoce la belleza de la idea, lo que hará mayor el abismo que los separa. Por otro lado Green va dando pistas sobre la interconexión de los destinos de Sarah y Pascal, como el interés de Pascal por el aspecto menos conocido de Miguel Ángel como poeta y el libro de poemas de éste que Manuel le regala a Sarah, y el encuentro accidental de ámbos en un café en el que aparece el propio Green como barman.

En cambio, la puesta en escena de Green es clara y directa, rodando, al estilo de Ozu, conversaciones con los actores frente a la cámara, lo que incrementa la conexión espritual y emocional enrtre ellos. También es posible rastrear la influencia de Bresson, especialmente Une femme deuce, en la gestualidad de sus actores.

domingo, 6 de febrero de 2011

LAS MEJORES DE ENERO

· Marketa Lazarová (Frantisek Vlácil, 1967)

· En el umbral de la vida (Nära livet, Ingmar Bergman, 1958)

· Sílení (Jan Svankmajer, 2005)

· Orae doin jung won (Im Sang-soo, 2006)

· Le Pont des Arts (Eugène Green, 2004)

· My Childhood (Bill Douglas, 1972)